+ Nació en Boston el 19 de enero de 1809.
+ Tuvo dos hermanos: Willian Henry (1807) y Rosalie(1810).
+ A los tres años se quedo huérfano. Fue adoptado por John Allan y Frances Valentine.
+ En 1815 la familia Allan se traslado a Inglaterra donde permanecieron cinco años.
+ Estudio en Londres hasta 1820.
+ En 1826 ingreso a la Universidad de Virginia, lugar del cual fue expulsado. Tenia 18 años de edad.
+ En 1827 rompió relaciones con su padre adoptivo.
+ Posteriormente ingresó al ejercito con el nombre Edgar A. Perry, tiempo durante el cual publicó su primera obra.
+ En 1929, a raíz de la muerte de su madre adoptiva, se reconcilio con su padrastro. + Apareció su segundo libro de poemas.
+ A los 23 años fue expulsado de West Point por desobediencia, luego de una corta pero brillante carrera militar.
+ John Allan rompió nuevamente relaciones con el escritor. Poe se traslado ala casa de su tia Maria Clemm donde vivia su hermano mayor y sus dos primos.
+ En 1831 en Philadelphia S. Courier imprimió sus cinco primeros cuentos.
+ Dos años mas tarde, gano el premio literario por " Manuscrito hallado en una botella".
+ En 1834 murió su padre adoptivo sin dejar herencia alguna al actor.
+ Posteriormente Edgar entro a trabajar en el Southem Literary Messenger. Contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm.
+ En 1838 inicio una vida literaria muy productiva en cuanto a sus narraciones.
+ En 1839 se convirtió en redactor de Gentleman´s Magazine.
+ Posteriormente fracasó en sus intentos de fundar revistas literarias.
+ En 1845 compró y dirigió el Broadway Journal, empresa que quebró al año siguiente.
+ En 1846, tras fijar su residencia en Nueva York, murió su esposa virginia.
+ En 1849 Poe se traslado a Richmond.
+ El 27 de Septiembre de 1849 inició su viaje de regreso a Nueva York, donde desapreció misteriosamente.
+ El 3 de Octubre de 1849 fue hallado inconsciente, embriagado y moribundo.
+ Edgar Allan Poe murió el 7 de octubre de 1849.
18.7.12
Diez grandes pintores que sufrieron problemas mentales
Repasamos diez grandes artistas que sufrieron problemas mentales. Algunos de ellos dedicaron toda su vida a la pintura. Otros, representantes de la corriente artística del «art brut o arte marginal», comenzaron a pintar en centros psiquiátricos, a raíz de su enfermedad mental.
1. Vincent Van Gogh (1853-1890)
El artista holandés, uno de los más cotizados a nivel mundial, no vendió ni un sólo cuadro durante su vida; ya que además de ser un desconocido, estuvo rechazado por la sociedad de su tiempo.
La esquizofrenia puede repercutir en los pintores aficionados o profesionales, de dos formas: anulando o estimulando la expresión artística.
Vincent Van Gogh durante parte de su vida sufrió una enfermedad maníaco-depresiva. Este trastorno bipolar iba acompañado de alucinaciones, tanto de voces como de visiones; y de una epilepsia psicomotora caracterizada por un estado de confusión y amnesia. Pero durante la irrupción de la psicosis, su capacidad creadora se desarrolló tanto cuantitativamente como cualitativamente.
De hecho, algunos de sus cuadros más famosos los pintó cuando estaba en la fase más aguda de su enfermedad, cuando estuvo internado en el manicomio de Saint-Rémy.
2. Séraphine Louis (1864-1942)
También conocida como Séraphine de Senlis. Su vida sigue siendo una desconocida. Es huérfana desde los 7 años. Algunos de sus rasgos característicos son su discreción y timidez; no hablaba con nadie. Dedicó su vida al trabajo, primero como pastora, después a servir, tanto en casas de la burguesía como en un convento de monjas. Esta francesa comenzó a pintar a los 42 años, aunque nadie sabe ni cómo ni por qué; ya que no tenía ninguna formación académica. Su obra se compara con la de Vicent Van Gogh, pero no parece que haya recibido ninguna influencia de ningún pintor, por lo que se muestra única en su género.
En 1912, el coleccionista alemán Wilhelm Uhde –descubridor de Picasso, Braque y Rosseau– se fijó en Séraphine durante su estancia en Senlis. Durante unos años, Séraphine se convirtió en la artista naïf del momento, sus obras se dieron a conocer en la capital francesa y en los círculos vanguardistas. Pero Uhde fue perseguido por la Gestapo y, debido a la Gran Depresión, dejó de comprar sus pinturas.
Séraphine cayó en en la miseria y en el olvido. En 1932 la invadió la locura, y pasó los últimos diez años de su vida en un hospital psiquiátrico de Francia por psicosis. Desde entonces, su obra se sumió en la oscuridad, dejó de pintar. En 1942 muere de hambre en el psiquiátrico de Clermont, en la zona ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Fue enterrada entre los anónimos, en una fosa común.
3. Edvard Munch (1863-1944)
Se ha dicho que este pintor expresionista noruego padecía esquizofrenia, pero al parecer no la tuvo sino que le diagnosticaron depresión caracterizada por su introversión; por los excesos alcohólicos, y por la continua relación con la enfermedad y la muerte, ya que su hermana Sophie y su madre se murieron de tuberculosis, y su hermana Laura estuvo ingresada y murió en un centro psiquiátrico porque tenía esquizofrenia.
«Enfermedad, muerte y locura fueron los ángeles negros que velaron mi cuna y, desde entonces, me han perseguido durante toda mi vida», expresó Munch a lo largo de su vida.
La obra más célebre del pintor noruego es «El grito». Edvard Munch explicó cómo la creó: «Estaba caminando por un camino con ambos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoye en una barandilla muerto de cansancio y mire las nubes llameantes que colgaban como sangre, como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé allí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba la naturaleza».
4. Adolf Wölfli (1864-1930)
Este pintor, escritor, poeta y compositor suizo está considerado como uno de los máximos exponentes del «arte marginal» o «art brut».
Wölfli tuvo una infancia traumática, fue víctima de abusos sexuales, y a los diez años se quedó huérfano. Pasó un año en la cárcel por estar acusado de abusar de menores. Y tras su liberación, por su psicosis y sus alucinaciones fue internado en un psiquiátrico hasta su muerte. Desde ese momento comenzó a pintar. Sus obras son geométricas, cercanas al arte tribal y recargadas de detalles hasta un horror vacui («miedo al vacío»).
5. Josef Förster
Como emblema de la Colección de Prinzhorn, se eligió la única obra de Josef Förster, enfermo mental, nacido en 1878, que vivió en un centro psiquiátrico en Ratisbona. Su única obra (1916) es modernista con estilo expresionista. Está compuesta de una figura masculina suspendida en el aire mientras sujeta con las manos unos largos zancos con el rostro cubierto. Representa a un hombre que ha perdido su propio peso y su comunicación con el mundo debido a la enfermedad, y, por ello, tiene que proveerse de gravedad artificial.
En la parte derecha de la imagen, Förster explica su obra: «Esto debe representar que, cuando uno no tiene ningún peso corporal que tenga que cargar, puede ir, entonces, a gran velocidad por el aire».
6. Josef Grebing (1879-1940)
Este hombre de negocios de Magdeburgo (Alemania) se vio sorprendido por su enfermedad mental. En sus libros antiguos de contabilidad expresaba sus dibujos, tablas con extraños elementos, calendario y enigmáticos listados con números. Sus obras –también recogidas en la Colección de Prinzhorn– buscaban el orden y la armonía. Su lógica ordenada conduce al absurdo.
Los nacionalsocialistas alemanes denominaron a estas obras, que fueron expuestas entre 1937 y 1941, como «arte degenerado». Incluso, los nazis quemaron en 1939 más de 4.000 obras de la Colección Prinzhorn y exterminaron a multitud de enfermos mentales de centros psiquiátricos.
Sin embargo, para los surrealistas, que incluso visitaban los centros psiquiátricos, fue una gran fuente de inspiración en sus obras; eran como la «Biblia». Tanto es así, que la colección de Prinzhorn influyó en máximos exponentes del arte como Salvador Dalí, Pablo Picasso o Max Ernst.
7. Aloïse Corbaz (1886-1964)
La suiza Aloïse Corbaz emigró a Alemania con 25 años para trabajar como institutriz particular. Pronto fue contratada como educadora infantil por Guillermo II, el último emperador alemán con el que viviría en el castillo de Postdam. Esta artista marginal se enamoró locamente del káiser, tanto es así, que le escribía poemas. En 1914, cuando se produjo la declaración de guerra, volvió a Lausanne con su familia. En 1918 le diagnosticaron esquizofrenia; desde ese año estuvo en un centro psiquiátrico donde comenzó a pintar hasta el último día de su muerte.
Los soportes en los que pintaba eran muy variados y aprovechables, desde papeles que recogía en el baño, hasta tela, páginas de revistas o cajas de cartón. Su obra es erótica, colorida, recargada y extravagante. En ella se recogen multitud de figuras humanas sobre todo, de mujeres con curvas y pelucas flotantes.
8. Martín Ramírez (1895-1963)
Este pintor autodidacta mexicano pasó las últimas tres décadas de su vida recluido, en silencio, en un centro psiquiátrico en el norte de California. En 1930 le diagnosticaron esquizofrenia, depresión aguda, catatonia y psicosis. Fue entonces cuando comenzó a pintar de manera habitual.
Sus dibujos se caracterizan por la inventiva gráfica, la manipulación espacial (obsesionado por las puertas, arcos, los espacios vacíos) y la mezcla de la cultura popular mexicana con la experiencia del artista.
Martín Ramírez está considerado, por su originalidad, como uno de los mejores pintores autodidactas del siglo XX.
9. Louis Wain (1860-1939)
No todos los enfermos mentales proceden del «arte bruto» hay algunos que tienen formación artística y durante la enfermedad, en sus obras, se ha visto un proceso.
Es el caso de Louis Wain, más conocido como el pintor de los gatos. A lo largo de su vida los pintó antropomórficos, de todas las formas, expresiones, tamaños y colores.
A los 57 años, le detectaron esquizofrenia progresiva y autismo. Los últimos 15 años de su vida los pasó ingresado en un centro psiquiátrico. No dejó de dibujar, pero, con el paso de los años, sus gatos cada vez iban deformándose con expresión de alarma y con colores más llamativos, síntoma del progreso de su enfermedad.
10. William Kurelek
Este artista canadiense vivió con sus padres, inmigrantes ucranianos, en una granja, pero durante la Gran Depresión la perdieron. A pesar de que su familia se dedicaba a la tierra, Kurelek siempre se sintió atraído por la expresión artística. Tanto es así que estudió en dos escuelas de arte en Toronto y en México, y también escribió varios artículos.
Cuando vivía en Inglaterra, con 25 años, le detectaron esquizofrenia, y desde ese momento ingresó en un hospital psiquiátrico en Londres, en el que pintó su obra más famosa, «The maze» («El laberinto»), donde nos enseña sus problemas psíquicos y tristes pensamientos.
1. Vincent Van Gogh (1853-1890)
El artista holandés, uno de los más cotizados a nivel mundial, no vendió ni un sólo cuadro durante su vida; ya que además de ser un desconocido, estuvo rechazado por la sociedad de su tiempo.
La esquizofrenia puede repercutir en los pintores aficionados o profesionales, de dos formas: anulando o estimulando la expresión artística.
Vincent Van Gogh durante parte de su vida sufrió una enfermedad maníaco-depresiva. Este trastorno bipolar iba acompañado de alucinaciones, tanto de voces como de visiones; y de una epilepsia psicomotora caracterizada por un estado de confusión y amnesia. Pero durante la irrupción de la psicosis, su capacidad creadora se desarrolló tanto cuantitativamente como cualitativamente.
De hecho, algunos de sus cuadros más famosos los pintó cuando estaba en la fase más aguda de su enfermedad, cuando estuvo internado en el manicomio de Saint-Rémy.
2. Séraphine Louis (1864-1942)
También conocida como Séraphine de Senlis. Su vida sigue siendo una desconocida. Es huérfana desde los 7 años. Algunos de sus rasgos característicos son su discreción y timidez; no hablaba con nadie. Dedicó su vida al trabajo, primero como pastora, después a servir, tanto en casas de la burguesía como en un convento de monjas. Esta francesa comenzó a pintar a los 42 años, aunque nadie sabe ni cómo ni por qué; ya que no tenía ninguna formación académica. Su obra se compara con la de Vicent Van Gogh, pero no parece que haya recibido ninguna influencia de ningún pintor, por lo que se muestra única en su género.
En 1912, el coleccionista alemán Wilhelm Uhde –descubridor de Picasso, Braque y Rosseau– se fijó en Séraphine durante su estancia en Senlis. Durante unos años, Séraphine se convirtió en la artista naïf del momento, sus obras se dieron a conocer en la capital francesa y en los círculos vanguardistas. Pero Uhde fue perseguido por la Gestapo y, debido a la Gran Depresión, dejó de comprar sus pinturas.
Séraphine cayó en en la miseria y en el olvido. En 1932 la invadió la locura, y pasó los últimos diez años de su vida en un hospital psiquiátrico de Francia por psicosis. Desde entonces, su obra se sumió en la oscuridad, dejó de pintar. En 1942 muere de hambre en el psiquiátrico de Clermont, en la zona ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Fue enterrada entre los anónimos, en una fosa común.
3. Edvard Munch (1863-1944)
Se ha dicho que este pintor expresionista noruego padecía esquizofrenia, pero al parecer no la tuvo sino que le diagnosticaron depresión caracterizada por su introversión; por los excesos alcohólicos, y por la continua relación con la enfermedad y la muerte, ya que su hermana Sophie y su madre se murieron de tuberculosis, y su hermana Laura estuvo ingresada y murió en un centro psiquiátrico porque tenía esquizofrenia.
«Enfermedad, muerte y locura fueron los ángeles negros que velaron mi cuna y, desde entonces, me han perseguido durante toda mi vida», expresó Munch a lo largo de su vida.
La obra más célebre del pintor noruego es «El grito». Edvard Munch explicó cómo la creó: «Estaba caminando por un camino con ambos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoye en una barandilla muerto de cansancio y mire las nubes llameantes que colgaban como sangre, como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé allí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba la naturaleza».
4. Adolf Wölfli (1864-1930)
Este pintor, escritor, poeta y compositor suizo está considerado como uno de los máximos exponentes del «arte marginal» o «art brut».
Wölfli tuvo una infancia traumática, fue víctima de abusos sexuales, y a los diez años se quedó huérfano. Pasó un año en la cárcel por estar acusado de abusar de menores. Y tras su liberación, por su psicosis y sus alucinaciones fue internado en un psiquiátrico hasta su muerte. Desde ese momento comenzó a pintar. Sus obras son geométricas, cercanas al arte tribal y recargadas de detalles hasta un horror vacui («miedo al vacío»).
5. Josef Förster
Como emblema de la Colección de Prinzhorn, se eligió la única obra de Josef Förster, enfermo mental, nacido en 1878, que vivió en un centro psiquiátrico en Ratisbona. Su única obra (1916) es modernista con estilo expresionista. Está compuesta de una figura masculina suspendida en el aire mientras sujeta con las manos unos largos zancos con el rostro cubierto. Representa a un hombre que ha perdido su propio peso y su comunicación con el mundo debido a la enfermedad, y, por ello, tiene que proveerse de gravedad artificial.
En la parte derecha de la imagen, Förster explica su obra: «Esto debe representar que, cuando uno no tiene ningún peso corporal que tenga que cargar, puede ir, entonces, a gran velocidad por el aire».
6. Josef Grebing (1879-1940)
Este hombre de negocios de Magdeburgo (Alemania) se vio sorprendido por su enfermedad mental. En sus libros antiguos de contabilidad expresaba sus dibujos, tablas con extraños elementos, calendario y enigmáticos listados con números. Sus obras –también recogidas en la Colección de Prinzhorn– buscaban el orden y la armonía. Su lógica ordenada conduce al absurdo.
Los nacionalsocialistas alemanes denominaron a estas obras, que fueron expuestas entre 1937 y 1941, como «arte degenerado». Incluso, los nazis quemaron en 1939 más de 4.000 obras de la Colección Prinzhorn y exterminaron a multitud de enfermos mentales de centros psiquiátricos.
Sin embargo, para los surrealistas, que incluso visitaban los centros psiquiátricos, fue una gran fuente de inspiración en sus obras; eran como la «Biblia». Tanto es así, que la colección de Prinzhorn influyó en máximos exponentes del arte como Salvador Dalí, Pablo Picasso o Max Ernst.
7. Aloïse Corbaz (1886-1964)
La suiza Aloïse Corbaz emigró a Alemania con 25 años para trabajar como institutriz particular. Pronto fue contratada como educadora infantil por Guillermo II, el último emperador alemán con el que viviría en el castillo de Postdam. Esta artista marginal se enamoró locamente del káiser, tanto es así, que le escribía poemas. En 1914, cuando se produjo la declaración de guerra, volvió a Lausanne con su familia. En 1918 le diagnosticaron esquizofrenia; desde ese año estuvo en un centro psiquiátrico donde comenzó a pintar hasta el último día de su muerte.
Los soportes en los que pintaba eran muy variados y aprovechables, desde papeles que recogía en el baño, hasta tela, páginas de revistas o cajas de cartón. Su obra es erótica, colorida, recargada y extravagante. En ella se recogen multitud de figuras humanas sobre todo, de mujeres con curvas y pelucas flotantes.
8. Martín Ramírez (1895-1963)
Este pintor autodidacta mexicano pasó las últimas tres décadas de su vida recluido, en silencio, en un centro psiquiátrico en el norte de California. En 1930 le diagnosticaron esquizofrenia, depresión aguda, catatonia y psicosis. Fue entonces cuando comenzó a pintar de manera habitual.
Sus dibujos se caracterizan por la inventiva gráfica, la manipulación espacial (obsesionado por las puertas, arcos, los espacios vacíos) y la mezcla de la cultura popular mexicana con la experiencia del artista.
Martín Ramírez está considerado, por su originalidad, como uno de los mejores pintores autodidactas del siglo XX.
9. Louis Wain (1860-1939)
No todos los enfermos mentales proceden del «arte bruto» hay algunos que tienen formación artística y durante la enfermedad, en sus obras, se ha visto un proceso.
Es el caso de Louis Wain, más conocido como el pintor de los gatos. A lo largo de su vida los pintó antropomórficos, de todas las formas, expresiones, tamaños y colores.
A los 57 años, le detectaron esquizofrenia progresiva y autismo. Los últimos 15 años de su vida los pasó ingresado en un centro psiquiátrico. No dejó de dibujar, pero, con el paso de los años, sus gatos cada vez iban deformándose con expresión de alarma y con colores más llamativos, síntoma del progreso de su enfermedad.
10. William Kurelek
Este artista canadiense vivió con sus padres, inmigrantes ucranianos, en una granja, pero durante la Gran Depresión la perdieron. A pesar de que su familia se dedicaba a la tierra, Kurelek siempre se sintió atraído por la expresión artística. Tanto es así que estudió en dos escuelas de arte en Toronto y en México, y también escribió varios artículos.
Cuando vivía en Inglaterra, con 25 años, le detectaron esquizofrenia, y desde ese momento ingresó en un hospital psiquiátrico en Londres, en el que pintó su obra más famosa, «The maze» («El laberinto»), donde nos enseña sus problemas psíquicos y tristes pensamientos.
1.8.11
BDSM Body Branding
Branding es la acción de producirse escaras en la piel a causa de quemaduras por fuego. Las escaras son cicatrices producidas por cortes superficiales o profundos en la dermis. Estas heridas producen una costra que por lo general es de color oscuro, resultante de la muerte de tejido vivo.
El marcado a fuego es el proceso donde se toma algo al rojo vivo (usualmente un pedazo de metal de una forma en particular), y se lo presiona contra la carne para que haga una quemadura de gravedad y deje una cicatriz permanente.
El marcado es peligroso (todas las quemaduras tienden a la infección), pero también el manejar un auto lo es.
Por lo general, las marcas que caen en las siguientes dos categorías:
- Rito de iniciación
- Castigo.
La mayoría de los ritos de iniciación involucran al marcado de alguien con un diseño al entrar a la adolescencia. Muchas tribus hacen de la pubertad un rito iniciático que involucra algún sacrificio ó tatuaje.
En la cultura occidental las marcas son hechas como modo de yerrar a los criminales. Los franceses marcaban con la “Flor de lis” en el hombro del reo, esto los transformaba en “descastados” pero, también lo hacían igualmente con los protestantes y por eso muchos de los hugonotes franceses también fueron marcados, de esta manera se perdió su significado original.
A groso modo, en el marcado a fuegoc el metal es calentado lo suficiente y aplicado el tiempo suficiente para lograr una quemadura de tercer grado. Esto destruye las terminales nerviosas y no duele tanto como una quemadura menor, de todas manera las áreas que sufrieron quemaduras del tercer grado nunca recuperan la sensibilidad. Deja una cicatriz de color plateado, debido a la destrucción de toda la capa dérmica (a través de la capa subcutánea). Eventualmente con el tiempo la piel rellenara las áreas que no fueron demasiado dañadas.
Advertencia: quemaduras del segundo y tercer grado, son peligrosas por el riesgo de infección. Las de tercer grado son un poco mejores debido a la cauterización del tejido, donde se rompe la costra (recuerda que la piel es la primer barrera contra la infección).
BDSM Spanking
Spanking/Azotes es una técnica a menudo encontrada en escenas de BDSM - no es necesariamente parte de una relación, algunos lo disfrutan , otros no. Hable del tema con su pareja.
Los instrumentos usados para el azote son generalmente la mano o las paletas planas. Las fustas de montar a caballo y los gatos de nueve colas (hechas sobre todo de cuero muy suave) se utilizan a menudo para azotar. El famoso "látigo" es más un accesorio o una muestra, que un instrumento utilizado para azotar. Un látigo es difícil de controlar y definitivamente muy impreciso y puede lastimar a una persona muy gravemente. Si usted aprecia seriamente la salud de su pareja, no utilice un látigo.
La mano desnuda es uno de los mejores objetos a utilizar, muy precisa y le da un feedback exacto de la intensidad con la cual usted golpea la piel.
Cuando este más experimentado puede avanzar en el uso de fustas. Cerciórese de que esté hecho de cuero suave y que no tenga ningún borde áspero (los bordes de cuero áspero pueden tener el efecto de un cuchillo).
El gráfico siguiente muestra el cuerpo humano y sus regiones sensibles. NUNCA pegue o azote las regiones marcadas rojas.
Zona Roja. Nunca golpee o azote esta zona puede producir daños en cuyunturas, nervios o en los huesos por escasa presencia de carne y piel en la zona.
Zona Amarilla. Estas zonas pueden ser azotadas pero con un cuidado absoluto.
Zona Verde. Estas zonas son las denominadas no peligrosas, pero siempre este pendiente de lo que hace, como golpea y la fuerza que administra.
18.6.11
Butoh, La danza de la Oscuridad
El primer bombardeo nuclear en 1945 sobre objetivos civiles en la historia de la humanidad en Hiroshima y Nagasaki, trajo consigo la rendición incondicional de Japón ante las fuerzas aliadas.
Con el correr del tiempo, las imágenes de algunos sobrevivientes de aquel holocausto nuclear, que caminaban desorientados, con sus cuerpos quemados y con los globos oculares reventados y colgando sobre sus mejillas produjeron una reacción de asco y repulsión entre los japoneses. Así nació el Butoh, "la danza hacia la oscuridad".
Algunos lo clasifican como un paso intermedio entre la danza y el teatro, otros como una poesía grosera. Sin embargo, uno de los creadores del Butoh, Tatsumi Hijikata (1928-1986) pensaba que su arte tenía el propósito de recobrar el cuerpo primigenio "el cuerpo que nos ha sido robado".
Hijikata y su obra homo erótica Kinjiki (Colores Prohibidos) escandalizaron a la comunidad artística nipona en 1959, la que entonces cultivaba formas occidentales de baile. El mismo Hijikata presentó varias obras consideradas repulsivas y que nunca se habían visto en el Japón de pos guerra ni en ninguna otra parte del mundo.
En una de ellas bailaba con los ojos desorbitados, una falda rosada y un pene metálico de grandes proporciones atado a su pubis. Así Hijikata, junto con el otro fundador del Butoh llamado Kazuo Ohno (1906-) dieron un vuelco en 180 grados desarrollando una representación única del cuerpo en movimiento, que desafió lo convencional y que hoy es conocida en el mundo entero. Hijikata murió sin llegar a envejecer, mientras que Ohno tiene 93 años y es el representante de mayor edad que sigue dando funciones en solo y enseñando.
Normalmente involucra movimientos lentos, expresivos e imaginativos. La temática del butō es tan amplia como difusa, tocando aspectos fundamentales de la existencia humana. Es habitual explorar la transición entre estados anímicos y, a la vez, el cambio de la forma física del cuerpo humano en las formas más variadas, ya que el bailarín de Butō deviene mediante la danza (y su técnica particular) en distintos objetos, figuras, en fin, en distintos cuerpos. El Butō es una reflexión del cuerpo sobre el cuerpo y el lugar que este ocupa en el Cosmos. No hay decorado o vestuario determinado; es habitual que los intérpretes actúen desnudos o pintados de blanco. La improvisación es parte fundamental de este estilo de danza, la idea no es pensar el hecho sino sentirlo: "No hablar a través del cuerpo, sino que el cuerpo hable por sí sólo".