Repasamos diez grandes artistas que sufrieron problemas mentales. Algunos de ellos dedicaron toda su vida a la pintura. Otros, representantes de la corriente artística del «art brut o arte marginal», comenzaron a pintar en centros psiquiátricos, a raíz de su enfermedad mental.
1. Vincent Van Gogh (1853-1890)
El artista holandés, uno de los más cotizados a nivel mundial, no vendió ni un sólo cuadro durante su vida; ya que además de ser un desconocido, estuvo rechazado por la sociedad de su tiempo.
La esquizofrenia puede repercutir en los pintores aficionados o profesionales, de dos formas: anulando o estimulando la expresión artística.
Vincent Van Gogh durante parte de su vida sufrió una enfermedad maníaco-depresiva. Este trastorno bipolar iba acompañado de alucinaciones, tanto de voces como de visiones; y de una epilepsia psicomotora caracterizada por un estado de confusión y amnesia. Pero durante la irrupción de la psicosis, su capacidad creadora se desarrolló tanto cuantitativamente como cualitativamente.
De hecho, algunos de sus cuadros más famosos los pintó cuando estaba en la fase más aguda de su enfermedad, cuando estuvo internado en el manicomio de Saint-Rémy.
2. Séraphine Louis (1864-1942)
También conocida como Séraphine de Senlis. Su vida sigue siendo una desconocida. Es huérfana desde los 7 años. Algunos de sus rasgos característicos son su discreción y timidez; no hablaba con nadie. Dedicó su vida al trabajo, primero como pastora, después a servir, tanto en casas de la burguesía como en un convento de monjas. Esta francesa comenzó a pintar a los 42 años, aunque nadie sabe ni cómo ni por qué; ya que no tenía ninguna formación académica. Su obra se compara con la de Vicent Van Gogh, pero no parece que haya recibido ninguna influencia de ningún pintor, por lo que se muestra única en su género.
En 1912, el coleccionista alemán Wilhelm Uhde –descubridor de Picasso, Braque y Rosseau– se fijó en Séraphine durante su estancia en Senlis. Durante unos años, Séraphine se convirtió en la artista naïf del momento, sus obras se dieron a conocer en la capital francesa y en los círculos vanguardistas. Pero Uhde fue perseguido por la Gestapo y, debido a la Gran Depresión, dejó de comprar sus pinturas.
Séraphine cayó en en la miseria y en el olvido. En 1932 la invadió la locura, y pasó los últimos diez años de su vida en un hospital psiquiátrico de Francia por psicosis. Desde entonces, su obra se sumió en la oscuridad, dejó de pintar. En 1942 muere de hambre en el psiquiátrico de Clermont, en la zona ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Fue enterrada entre los anónimos, en una fosa común.
3. Edvard Munch (1863-1944)
Se ha dicho que este pintor expresionista noruego padecía esquizofrenia, pero al parecer no la tuvo sino que le diagnosticaron depresión caracterizada por su introversión; por los excesos alcohólicos, y por la continua relación con la enfermedad y la muerte, ya que su hermana Sophie y su madre se murieron de tuberculosis, y su hermana Laura estuvo ingresada y murió en un centro psiquiátrico porque tenía esquizofrenia.
«Enfermedad, muerte y locura fueron los ángeles negros que velaron mi cuna y, desde entonces, me han perseguido durante toda mi vida», expresó Munch a lo largo de su vida.
La obra más célebre del pintor noruego es «El grito». Edvard Munch explicó cómo la creó: «Estaba caminando por un camino con ambos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoye en una barandilla muerto de cansancio y mire las nubes llameantes que colgaban como sangre, como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé allí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba la naturaleza».
4. Adolf Wölfli (1864-1930)
Este pintor, escritor, poeta y compositor suizo está considerado como uno de los máximos exponentes del «arte marginal» o «art brut».
Wölfli tuvo una infancia traumática, fue víctima de abusos sexuales, y a los diez años se quedó huérfano. Pasó un año en la cárcel por estar acusado de abusar de menores. Y tras su liberación, por su psicosis y sus alucinaciones fue internado en un psiquiátrico hasta su muerte. Desde ese momento comenzó a pintar. Sus obras son geométricas, cercanas al arte tribal y recargadas de detalles hasta un horror vacui («miedo al vacío»).
5. Josef Förster
Como emblema de la Colección de Prinzhorn, se eligió la única obra de Josef Förster, enfermo mental, nacido en 1878, que vivió en un centro psiquiátrico en Ratisbona. Su única obra (1916) es modernista con estilo expresionista. Está compuesta de una figura masculina suspendida en el aire mientras sujeta con las manos unos largos zancos con el rostro cubierto. Representa a un hombre que ha perdido su propio peso y su comunicación con el mundo debido a la enfermedad, y, por ello, tiene que proveerse de gravedad artificial.
En la parte derecha de la imagen, Förster explica su obra: «Esto debe representar que, cuando uno no tiene ningún peso corporal que tenga que cargar, puede ir, entonces, a gran velocidad por el aire».
6. Josef Grebing (1879-1940)
Este hombre de negocios de Magdeburgo (Alemania) se vio sorprendido por su enfermedad mental. En sus libros antiguos de contabilidad expresaba sus dibujos, tablas con extraños elementos, calendario y enigmáticos listados con números. Sus obras –también recogidas en la Colección de Prinzhorn– buscaban el orden y la armonía. Su lógica ordenada conduce al absurdo.
Los nacionalsocialistas alemanes denominaron a estas obras, que fueron expuestas entre 1937 y 1941, como «arte degenerado». Incluso, los nazis quemaron en 1939 más de 4.000 obras de la Colección Prinzhorn y exterminaron a multitud de enfermos mentales de centros psiquiátricos.
Sin embargo, para los surrealistas, que incluso visitaban los centros psiquiátricos, fue una gran fuente de inspiración en sus obras; eran como la «Biblia». Tanto es así, que la colección de Prinzhorn influyó en máximos exponentes del arte como Salvador Dalí, Pablo Picasso o Max Ernst.
7. Aloïse Corbaz (1886-1964)
La suiza Aloïse Corbaz emigró a Alemania con 25 años para trabajar como institutriz particular. Pronto fue contratada como educadora infantil por Guillermo II, el último emperador alemán con el que viviría en el castillo de Postdam. Esta artista marginal se enamoró locamente del káiser, tanto es así, que le escribía poemas. En 1914, cuando se produjo la declaración de guerra, volvió a Lausanne con su familia. En 1918 le diagnosticaron esquizofrenia; desde ese año estuvo en un centro psiquiátrico donde comenzó a pintar hasta el último día de su muerte.
Los soportes en los que pintaba eran muy variados y aprovechables, desde papeles que recogía en el baño, hasta tela, páginas de revistas o cajas de cartón. Su obra es erótica, colorida, recargada y extravagante. En ella se recogen multitud de figuras humanas sobre todo, de mujeres con curvas y pelucas flotantes.
8. Martín Ramírez (1895-1963)
Este pintor autodidacta mexicano pasó las últimas tres décadas de su vida recluido, en silencio, en un centro psiquiátrico en el norte de California. En 1930 le diagnosticaron esquizofrenia, depresión aguda, catatonia y psicosis. Fue entonces cuando comenzó a pintar de manera habitual.
Sus dibujos se caracterizan por la inventiva gráfica, la manipulación espacial (obsesionado por las puertas, arcos, los espacios vacíos) y la mezcla de la cultura popular mexicana con la experiencia del artista.
Martín Ramírez está considerado, por su originalidad, como uno de los mejores pintores autodidactas del siglo XX.
9. Louis Wain (1860-1939)
No todos los enfermos mentales proceden del «arte bruto» hay algunos que tienen formación artística y durante la enfermedad, en sus obras, se ha visto un proceso.
Es el caso de Louis Wain, más conocido como el pintor de los gatos. A lo largo de su vida los pintó antropomórficos, de todas las formas, expresiones, tamaños y colores.
A los 57 años, le detectaron esquizofrenia progresiva y autismo. Los últimos 15 años de su vida los pasó ingresado en un centro psiquiátrico. No dejó de dibujar, pero, con el paso de los años, sus gatos cada vez iban deformándose con expresión de alarma y con colores más llamativos, síntoma del progreso de su enfermedad.
10. William Kurelek
Este artista canadiense vivió con sus padres, inmigrantes ucranianos, en una granja, pero durante la Gran Depresión la perdieron. A pesar de que su familia se dedicaba a la tierra, Kurelek siempre se sintió atraído por la expresión artística. Tanto es así que estudió en dos escuelas de arte en Toronto y en México, y también escribió varios artículos.
Cuando vivía en Inglaterra, con 25 años, le detectaron esquizofrenia, y desde ese momento ingresó en un hospital psiquiátrico en Londres, en el que pintó su obra más famosa, «The maze» («El laberinto»), donde nos enseña sus problemas psíquicos y tristes pensamientos.